Crónica Maratón de Sevilla (21/02/2016)

El pasado 21 de febrero disputé la Zurich Maratón de Sevilla, donde se albergó el campeonato de España de Maratón. Era mi debut en la distancia en una prueba que contaba con 13.000 corredores inscritos. Finalmente crucé la línea de meta junto a mi hermano, parando el crono en 2 horas, 47 minutos y 19 segundos, siendo el 315º clasificado de la general y el 101º de la categoría senior. La carrera contó con 10.805 corredores llegados a meta.

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El pasado domingo disputé la Maratón de Sevilla, una prueba considerada de las mejores de Europa por su circuito y clima. Significaba mi debut en la distancia de maratón, y la primera vez que corría en la capital hispalense.

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En el AVE camino a Sevilla.

Como ya os comenté en el anterior post de sensaciones previas, llegaba a la cita bastante mal y con muchas dudas. A cuatro semanas del maratón se me hinchó el pie derecho por una fuerte tendinitis en el flexor del dedo gordo, y como consecuencia de cambiar el tipo de entrenamiento con elíptica y AlterG, y el hecho de modificar mi zancada por ese dolor del pie, desembocó en una distensión de mi isquiotibial izquierdo. A cuatro días del maratón estaba cojo y no era capaz ni de aguantar 30’ de rodaje a 5:00-6:00 min/km. ¡Imaginaos!

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Mi pie derecho hinchado.

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Elíptica y AlterG por doquier. 

Finalmente decidí correr ya que el dolor había desaparecido y ya se podían considerar molestias. Además, el viaje, hotel y carrera ya estaban pagados, y no tenía nada que perder por intentarlo. La idea era acompañar a mi hermano que tenía pensado correrla a un ritmo inferior al que yo había entrenado, y así de paso le daba un respiro al isquio no yendo al 100%. Aún y así mi previsión para la cita no era muy alentadora, ya que tenía muy claro que mi isquio no aguantaría 42.195 metros. En definitiva, mi intención era acompañar a mi hermano los máximos metros posibles, valorando la situación kilómetro a kilómetro, improvisando en todo momento.

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Con infrarrojos y tape en mi pierna izquierda.

Durante el día previo estuvimos compartiendo hotel con varios conocidos/amigos de las redes sociales, como son Jorge, David y Juan Carlos, algunos con sus respectivas mujeres. Fue un placer compartir esos momentos previos a una gran cita donde los nervios ya empezaban a estar a flor de piel.

Por mi parte estaba muy tranquilo, como si al día siguiente no fuera a correr un maratón. Yo mismo me extrañaba de las sensaciones. Cero nervios, cero presión, iba a hacer de liebre a mi hermano y para mí ya era un regalo estar en la línea de salida después de todo lo vivido en las últimas semanas.

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Foto tradicional previa a una competición.

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Dorsal y camiseta de mi hermano.

El domingo a las 6:00h sonó el despertador y enseguida desayunamos en la misma habitación. Nos habíamos traído el desayuno de casa. Debido a los problemas digestivos que solemos tener en la larga distancia, el desayuno constó de unos 30g de avena con agua y colágeno, tostadas con membrillo, un plátano y una barrita energética. Tras terminar nos untamos bien las piernas con gel calentador W2W, nos vestimos y bajamos a la recepción del hotel donde habíamos quedado con nuestros amigos.

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Foto de equipo antes de ir para la zona de salida.

7.15h y ya estábamos montados en dos taxis camino al Estadio Olímpico de La Cartuja. Sobre las 7.30h nos dejaron en los aledaños del estadio, donde tuvimos que caminar un buen rato hasta llegar a la zona de la guardarropía. Allí nos cambiamos y nos pusimos la ropa de competir, dejamos nuestras pertenencias y fuimos al trote muy suave/caminando hacia la zona de salida. Hacía mucho frío y bastante viento, pero tampoco era algo que me preocupara en exceso.

El isquio lo notaba raro, bastante resentido, como al inicio de cada entrenamiento de los últimos días. La cuestión estaba en calentarlo lo justo y necesario para poder salir a ritmo cuando se diera el disparo de salida.

 

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Junto a mi hermano.

En la zona de calentamiento tuve el placer de ver a caras conocidas de las carreras de mi ciudad, como son Juan Pedro y Juanmi, o a atletas de primer nivel como Jaume Leiva.

Sobre las 8.45h fui hacia el tercer cajón de salida junto con mi hermano. Allí ya se respiraban los nervios y la tensión típica de una prueba de este calibre, donde tuve el placer de saludar y conocer a JJ Pinto, un conocido de las redes sociales desde hace mucho tiempo.

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Salida del maratón de Sevilla.

A las 9.00h se dio el disparo de salida. Salida en marabunta pero muy tranquila. Durante los momentos previos al disparo coincidí con un corredor con el que compartí la cursa de Sant Antoni (Jordi), y me dijo de salir a 3:50 min/km de inicio. Le dije que nos apuntábamos con él, que ese ritmo nos iba bien.

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Jordi a mi derecha escoltando a mi hermano Javi, al paso por el kilómetro 5.

Primeros kilómetros en progresión, haciendo el paso por el kilómetro cinco entorno a 19’40. Habíamos salido algo más lentos de lo previsto pero salimos con mucha tranquilidad ya que para un maratón no se calienta demasiado y utilizamos los primeros kilómetros para entrar en la carrera.

En ese momento iba todo bastante controlado, cogiendo los dos avituallamientos que nos habíamos encontrado y con la sensación de facilidad en la carrera. Sensaciones raras en el isquiotibial, que depende de cómo pisaba se empezaba a quejar un poco.
Mi hermano iba bien pegado detrás, en silencio, como si él mismo supiera la que le estaba esperando. Yo mientras tanto iba charlando con Jordi, que veía como sin querer estaba incrementando el ritmo, hasta que llegó el punto que decidí no seguirlo y mantener nuestro ritmo crucero ya pactado. Es lógico, empiezas la carrera frío, y pasan los kilómetros y vas entrando en calor y empiezas a subir el ritmo por mucho que te frenes. Yo mismo me iba conteniendo y en condiciones normales hubiera optado por seguirlo, pero siendo el primer maratón, estando tocado del isquio y teniendo la labor de liebre con mi hermano decidí ser conservador y no acelerar.

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Kilómetro seis del maratón.

Así pues, pasaron cinco kilómetros más con relativa facilidad, haciendo el paso por el kilómetro 10 en 38’58. Yo le iba preguntando a mi hermano como se encontraba y todo iba en orden. Por mi parte estaba bastante preocupado, porque el isquio me había estado dando algún que otro aviso y me había visto obligado a acortar un poco la zancada, aumentando algo más la cadencia para no forzarlo tanto. Por lo demás las sensaciones eran geniales, pese a las cuatro semanas sin poder entrenar mucho me encontraba fácil, fuerte de cabeza y con muchísima confianza. Pasado el kilómetro diez cayó el primer gel de la mañana, éste sin cafeína y con sabor a fresa, aprovechando el paso por el avituallamiento.

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Al paso por el kilómetro 14.5.

Iba transcurriendo el maratón con total normalidad, con avituallamientos cada 2,5 kilómetros. El plan era cogerlos absolutamente todos y no esperar a tener sed para usarlos. En general sólo cogía agua, a excepción de alguno que opté por cogerlo de isotónico.

El ir con bastante holgura en los ritmos te permite darte cuenta de cosas que en una carrera de 10 kilómetros no reparas; el ambiente, el paisaje… grandísimas sensaciones donde el único pero lo encontraba en mi lesión del isquio.

Los siguientes diez kilómetros salieron en 39’04. De camino hacia la media maratón dimos caza a JJ. Pinto, el que muy amablemente nos ofreció su preparado isotónico y me preguntó por mi lesión. Yo le dije que iba bastante jodido, y el caso es que a mi hermano a partir del kilómetro 15 le había estado comentando que si en cualquier momento veía que me paraba que siguiera sin mirar atrás, que ya lo esperaría en meta y que esa fuera la menor de sus preocupaciones.

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JJ Pinto a mi izquierda, al paso por el kilómetro 20.

Si os digo la verdad fue el peor momento de la carrera, ya que veía que el isquio iba dando avisos de que algo no funcionaba, quedando todavía media maratón por delante. Me armé de fe y de paciencia, y fui fijándome pequeños objetivos; pensé en llegar al 25 y luego valorar la situación, y así por lo menos acompañaba a mi hermano el máximo tiempo posible.

Así pues, pasamos por la media maratón en 1h22:10 al ritmo de Heatseeker de ACDC. El parcial había sido perfecto para el objetivo de mi hermano de estar rondando las 2h45 en maratón. La verdad es que estábamos yendo como auténticos relojes suizos.

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Al paso por el kilómetro 22.

La temperatura había aumentado bastante y la sensación de sed era más notoria. Nosotros seguíamos a lo nuestro, a buen ritmo, cogiendo todos los avituallamientos cada 2,5 kilómetros, y con el respectivo gel cada 10, el del 20 con 25mg de cafeína.

Los siguientes 10 kilómetros pasaron bastante amenos a excepción de un tramo de carretera en el que era un falso llano constante, y en el que soplaba bastante viento. Ahí íbamos solos y le dije a mi hermano que no se desgastara y se colocara detrás de mí, aunque él estuvo empeñado en ir a mi par.

Dicho esto, pasamos por el kilómetro 30 haciendo un parcial de 10k de 39’00. Los ritmos los estábamos clavando, siendo muy constantes y sin tirones.

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Pasado el kilómetro 30 mi hermano se empieza a descolgar.

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Aguantando como un jabato y empezando a vivir el famoso muro.

En este punto empecé a notar como mi hermano le costaba más seguirme y cedía algún metro. Para que veáis la dureza de esta prueba, en la que tienes que reservar las fuerzas por muy bien que te encuentres desde un inicio.

Yo no daba crédito. Mi isquio estaba aguantando y ya me había metido 30 kilómetros, con sensaciones geniales y con la convicción de que podía ofrecer muchísimo más. La concentración estaba siendo máxima, ya que si no controlaba la longitud de zancada el isquio me pegaba algún latigazo que otro.

Y a partir de aquí empezó la maratón. Mi hermano se topó con el muro de golpe y yo lo estaba presenciando en directo. Notaba como si seguía al ritmo que habíamos llevado hasta ese momento me alejaba de él. Me di cuenta y me puse a animarlo como pude.

Las sensaciones eran algo contradictorias. Por una parte me gustaba verlo ofreciendo todo lo que tenía por ofrecer, y por otro sentía impotencia de no poderlo ayudar más. Habíamos hecho un gran maratón hasta el momento y mi cometido a partir de ese momento era alentar a mi hermano de tal manera que cediera el menor tiempo posible. Él me decía que tirara, que yo iba bien y que lo dejara. Yo soy de los que piensa que al escalar una gran montaña nadie deja a un compañero para alcanzar la cima. Por mucho que fuera tentador lanzarme los siguientes 12 kilómetros a la aventura, yo soy una persona de palabra y la iba a cumplir.

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Al paso por el kilómetro 36, en la plaza España.

No voy a entrar a contaros todo lo que le dije, porque quizás pensaríais que estoy más loco de lo que creéis ya, pero me quedo con un momento, para mí épico.

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Saliendo del parque de Maria Luisa, sobre el kilómetro 36.

En una avenida bastante larga y monótona le grité que sacara todo lo que le había hecho daño, todo el dolor que llevaba dentro. Que Sevilla era el lugar y que había que morir en el asfalto. Yo mismo me desquicié, y más aún cuando lo vi reaccionar; pegó un grito de rabia que se oyó en estéreo y se puso a mi par. Yo lo animé, lo alenté, le dije que esa era la actitud. Y así pasamos los kilómetros 31, 32 y 33 a muy buen ritmo (4’00, 3’55 y 3’50, respectivamente). Ya sólo quedaban nueve kilómetros más.

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En pleno muro, sobre el kilómetro 36.

Los siguientes kilómetros fueron en la misma tónica, él cedía un poco pero mis gritos y su capacidad de sufrimiento lo mantenían enchufado en la carrera. Eso es lo que buscaba yo, que en ningún momento se dejara ir y que estuviera metido en carrera en todo momento. Fueron pasando los kilómetros y el plan estaba saliendo a la perfección. El ritmo no estaba siendo nada malo para estar en pleno muro, y así hicimos un cuarto y muy digno parcial de 10k de 41’05.

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Al paso por el kilómetro 38, en la Giralda.

Durante esos 10 kilómetros disfruté muchísimo del maratón, del ambiente espectacular por las calles de Sevilla, la gente volcada con el evento, con grupos de música, niños chocando manos, de mis buenas sensaciones para estar a esas alturas de la carrera, y del esfuerzo titánico de mi hermano por seguir hacia adelante. También, durante esos diez kilómetros empecé a creerme que podía acabar un maratón en las condiciones con las que me había puesto en la línea de salida. Me emocionaba sólo de pensar en estas últimas semanas, se me ponían los pelos como escarpias.

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Avituallando al paso por el kilómetro 38.

Una vez llegados al kilómetro 40 vi mejor a mi hermano, quizás el ver la luz al final del túnel lo reanimó. Estuvimos durante ese tramo tirando juntos.

En el kilómetro 41,5 el isquio empezó a bloquearse. Me costaba correr muchísimo, me dolía al dar cada zancada, y la entrada al Estadio Olímpico de La Cartuja atenuó ese dolor. Yo sólo sabía decir a mi hermano que lo habíamos conseguido. Fue algo espectacular encarar la recta final, sobre la alfombra azul y viendo en el electrónico que finalmente habíamos conseguido finalizar un maratón juntos de principio a fin en un tiempo más que aceptable. Sensaciones muy difíciles de explicar.

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Finalmente cruzamos la línea de meta en 2 horas, 47 minutos y 19 segundos, de la mano, siendo el 315 y 316º clasificados de la general, y el 101 y 102º de la categoría senior.

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Os dejo un vídeo resumen de la carrera que he subido a mi canal de Youtube.

¿Y qué conclusiones puedo sacar de esta carrera?

Que ya conozco los 42.195 metros. En cuanto a mi rendimiento poco más puedo concluir. Para mí fue un reconocimiento de la distancia, sabiendo cómo reacciona mi cuerpo a algo menos de tres horas de desgaste. Ahora ya tengo una referencia de la cual partir. Sé que soy capaz de correr esta distancia y ya estoy pensando dónde volver a correr otra al 100%. Pero eso será dentro de muchos meses, quizás un año. Mi distancia favorita son los 10k y en eso me voy a centrar en los próximos meses, si el isquiotibial de mi pierna izquierda me lo permite.

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Nada más finalizar la prueba junto a mi hermano.

Por otra parte, creo que la estrategia de carrera fue perfecta. Salimos a un ritmo prudente, incluso en algún tramo pensé que quizás demasiado, pero viendo el panorama del final acertamos de lleno.

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Datos de mi reloj Suunto Ambit Run 3.

En cuanto a los avituallamientos salieron muy bien. Mi hermano y yo padecemos bastante con el tema digestivo y ninguno de los dos tuvo ningún problema de esta índole. Fue todo sobre ruedas.

Terminar un maratón en estas circunstancias ha sido un regalo. Y más pudiendo hacerla junto a mi hermano. Por eso me siento muy afortunado de haber vivido esta experiencia.

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¿Y ahora qué?

Tras terminar la maratón he pasado una semana de poca actividad deportiva y de valorar la lesión con el paso de los días. Mi intención es regenerarme tanto física como mentalmente para volver a la carga con contundencia.

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A día de hoy tengo dudas sobre mi lesión ya que tengo molestias, aunque me cabe la tranquilidad de que he podido correr un maratón con ellas, así que tan mal no estamos. Veremos cuánto tardo en volver a la normalidad. Yo soy optimista.

Fue un placer compartir esta experiencia con Jorge y David, con los que tantas sensaciones y obstáculos hemos ido compartiendo durante toda la preparación. Muy grandes ya que ambos consiguieron terminarla.
Sin olvidarme de Juan Carlos, que nos salvó de perder el AVE de vuelta con ese taxi improvisado. jajaja.

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Jorge a la izquierda y David a la derecha.

Dar las gracias a todos los profesionales que me habéis ayudado a llegar hasta aquí; empezando por antiguos entrenadores, pasando por fisios y masajistas, y a toda la gente que me ha ido ayudando y de la que he ido aprendiendo a lo largo de estos últimos años.
Sobre todo quiero mencionar a Javi Jiménez porque creo que sin su punción seca hubiera sido imposible correr 42.195 metros. No tengo la menor duda.

También dar las gracias a mi familia y sobre todo a mi mujer por lidiar con la vida de un deportista aficionado que tiene que inventar el tiempo para poder sacar cada semana de entrenamientos. Sin ti esto no sería posible.

Por último, gracias a todos por el apoyo que recibo en las redes sociales. Todo suma para lograr los objetivos.

Muchas gracias por leer y seguir el blog.

¡Nos vemos pronto!

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